La expresión «[llamar] al pan, pan y al vino, vino» significa "llamar a las cosas por su nombre, sin rodeos ni explicaciones innecesarias". No tiene un origen claro, pero hay anécdotas apócrifas que lo relacionan con la liturgia católica, donde el pan y el vino consagrados representan el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, y nombrarlos daría mayor peso a la aseveración.
"Cuando su hijo Albino quiso abandonar la granja familiar, el padre salió a traerlo de vuelta con dos disparos al aire de su escopeta; y al pan-pan, Albino vino."